Janes Austin ha sido un auténtico filón para el cine inglés y americano. Sus novelas e historias, en principio, fáciles, de enredo, sentimentales, y con fino sentido del humor, siempre dan lugar a bonitos melodramas de época en los que el protagonismo recae sobre los actores, y la dirección no es algo más que una puesta en escena sin más pretensión.
Este concpeto lo revolucionó Ang Lee con su magistral "Sentido y sensibilidad", sobre la que construyó un denso film de grandes valores cinematográficos.
El testigo lo recoge en esta ocasión el desconocido Joe Wrigth, autor que está curtido en la televisión, y que es novel en las lides del séptimo arte en grandes superficies.
Donde radica el potencial de esta película es en su plantel estelar, encabezado por una aclamada Keira Knightley ("Quiero ser como Beckham", "Rey Arturo", "Piratas del Caribe").
Junto a ella, el veterano Donald Sutherland (últimamente, en "Cold Mountain" como padre de Nicole Kidman), Brenda Blethyn ("Secretos y mentiras") o Jena Malone ("Donnie Darko").
Creo que asistiremos al surgir de una gran estrella, Keira Knightley, que, hasta ahora había demostrado ser una chica con carácter, y un rostro bello, pero que se va a destapar con una fuerza rutilante y una capacidad grande para el matiz.
Si el director no se complica, y el texto de Austin no se ve cojo en la adaptación, estaremos en presencia de una función de las que uno sale con la sonrisa en el rostro, satisfecho por haber visto un buen film. Y pocas veces se puede decir esto sin ningún lugar para la duda.
Una película de descubrimientos en un géenro más que sobreexplotado.