Un objetivo recorre La Habana es un documental muy dirigido, muy partidista, muy marcado por su propia condición de trabajo anticastrista. Si bien a ratos intentará disimularlo, su propia estructura y sobre todo su propia naturaleza acabará por lastrarlo. Al menos, desde un punto de vista artístico.
Manuel Neira es el máximo responsable de una película que se apoya curiosamente en un colectivo de artistas cubanos para hablar de todo lo contrario: de la situación político-social de Cuba. Entiendo perfectamente que allí incluso el arte esté condicionado por la compleja, dura y casi siempre injustificable situación de la mayoría, pero intuyo que Neira se habrá dejado llevar por esa lucha para caer en un sencillo maniqueísmo: El de contraponer la dureza del regimen castrista con la bonhomía y valentía del artista de denuncia. Así, tal cual, en imágenes, en constante montaje paralelo.
Aplaudo su intento y deduzco que apoyaré parte de su mensaje, pero aquí hablamos de otra cosa: Se va a estrenar en una sala de cine y es cinematográficamente como debemos analizarla. E intuyo que el trabajo técnico será interesante, sincero, cuidado. Muy sentido. Pero tan parcial... tan marcado por su propia ideología... tan protestón, siempre. Siempre y sólo. Sólo eso.