No ha sido algo voluntario, pero me veo obligado a escribir esta post desde la distancia de muchos meses desde su visionado. Esto tiene todo lo bueno y malo de que el tiempo guste de limar las asperezas de los sentimientos. Es difícil saber exactamente cómo salí aquella noche de invierno en la que la vi.
Aprovechando que mi compañero Munny ha expresado sus pensamientos sobre la misma esta misma semana, ahí me sumo a expresar mi serena admiración por esta película, mis luces con alguna que otra sombra.
La primera escena de la película es, sencillamente, perfecta. Se podría decir aquello tan viejuno de afilen sus grabadoras o para enseñarlo en todas las escuelas de cine. Es puro CINE desde la contención. Como ese coche con potente motor que está deseando dar todo lo más de sí pero que va contenido por ese conductor tan frío, gélido, tan profesional, jugando al gato y al ratón.
Con esa primera escena ya nos dice Winding Refn que su película va a ser puro fuego envuelto en hielo, con un Ryan Gosling que juega con el niño de su vecina a ver cuánto tiempo aguanta sin pestañear, que su película va a ser colorida, sin riesgo a que a alguien le parezca hortera, pero que cuando pise el acelerador será algo incontrolable.
La tranquilidad del primer tercio de la película tras el escenón primero para ir viendo ese lugar tan común del profesional solitario que se enamora en el bloque, ya estaba en León, el profesional, pero aquí vemos una vuelta de tuerca. Ese mojigato que parece que sólo sabe conducir resulta que tiene un volcán dentro y que cuando prueba la sangre ya no sabe cómo parar. Como el protagonista de Valhalla Rising, errante, ávido de sangre, conocedor de su poder y de sí mismo, tanto que lo que tiene que hacer es apartarse y vagar por siempre y jamás.
La banda sonora de la película y la dirección de Refn son espléndidas. Creo que no se puede rodar una historia como ésta con tanta sensibilidad femenina y tanta testosterona.
Hollywood, una vez más, sabe dónde está la cantera que hay que captar. Seguro que habrá muchos que les parecerá que esta película no es totalmente hollywoodiense por la manera en que está contada y narrada, pero lo que no sabe es que dentro de unos años este mismo estilo lo catalogaremos como de Hollywood. La infinita cantera europea jugando en la mejor industria del mundo.
Creo recordar que esa fría noche, tras verla, puestos a dar nota le hubiese dado un cuatro. Hoy, meses después, no sé por qué no darle las cinco.