Esta es una de esas películas que tengo muchas ganas de ver pero que pueden ser terriblemente malas. Lo puede ser porque es una apuesta más que arriesgada con una mezcla de psicología y mundo de fantasía al servicio de una inmersión en dos personajes.
Un lujo audiovisual, seguro. No puede ser de otra manera estando tras la cámara ese francés inquieto que es Michel Gondry. Con un guión únicamente suyo esta película representa el grado más extremo de cine de autor. Además, el propio Gondry ha confesado que hay mucho de él en el protagonista.
Una locura que puede desbordar a muchos espectadores. Recientemente Gondry ha ganado el oscar a mejor guión original compartido con el gran Charlie Kaufman por la interesantísima Olvídate de mí. En ella ya mostraba sus intereses por los rincones más recónditos de la mente humana, y sobre todo desarrollaba una increíble capacidad visual que mostraba grandes mejoras desde su anterior colaboración con Kaufman, Human Nature. Gondry es uno de los exitosos ejemplos de directores que vienen del videoclip. Ha tenido una fructífera colaboración con Björk y ha realizado videos para famosos grupos actuales.
También ha hecho sus pinitos en animación, lo cual le viene muy bien para esta película en la que para escenificar sueños se utiliza una buena dosis de animación. Pero cuidado, no hablamos de la habitual animación digital. Gondry ha utilizado animación de lo más artesanal, con objetos reales grabados en el mismo escenario que los actores y con la misma luz. Artesanal, sí, pero también con las últimas tecnologías pues ha sido el primero en usar una nueva cámara Fuji para animación.
El protagonista es el actor mejicano Gael García Bernal, quien no tiene problema en embarcarse en los proyectos más independientes como El Rey. Aunque hace poco también le hemos visto en la película de moda, Babel. Ella es Charlotte Gainsbourg quien estaba convincente en la reciente Lemming.
Si no se pierden mucho los papeles puede ser una buena película, si se pierden, puede que hasta sea mejor. Veremos.