Hablar de Michael Winterbottom es referirse a un fuera de serie. Pocos directores abordan sus películas con semejante entrega y pasión como lo hace este realizador británico. Un repaso a su extensa filmografía desvela títulos como Nine Songs, Tristam Shandy: A cock and bull story, Un corazón invencible o el documental Camino a Guantánamo. Bien es cierto que el cine de Winterbottom es algo irregular y no siempre convence a todo el mundo, pero hay que andarse con tiento a la hora de catalogar su última película. Lo que tiene toda la pinta de ser un dramón en toda regla puede convertirse en sus manos en algo inesperado. Por no hablar del uso que da a la técnica del montaje. Sin duda, habrá escenas para recordar.
Encabeza el reparto Colin Firth, un actor que no termina de despegar pero que poco a poco se va haciendo un hueco entre los grandes nombres de la industria. El hecho de que el gran público lo asocie inmediatamente a comedias como las protagonizadas por Bridget Jones antes que a otros trabajos más ambiciosos no quita para que pueda ser un actor solvente en un papel dramático. A Firth le acompañan las actrices Catherine Keener (Capote, Como ser John Malkovich) y Hope Davis (La gran estafa), dos buenas profesionales en papeles secundarios. El nombre de Perla Haney-Jardine esconde a la típica niña prodigio que seguramente dará que hablar dentro de unos años. Génova promete ser una historia intimista de viajes iniciáticos y descubrimientos personales a través del análisis de una ciudad. Puede parecer un tema reiterativo, pero seguramente la película cuente con un punto especial que la haga irrepetible. Al fin y al cabo, hablamos de Winterbottom.