Curioso caso el de esta película. La dirige Edward Zick, que fuera responsable de El último samurai, película que sin llegar a alcanzar un nivelazo como para aplaudir con manos y orejas, sí mostraba una épica más que digna y, sobre todo, apuntaba varios momentos de realización más que destacables justo ahí donde el género ya empezaba a resultar cansino.
Cierto es que Zick luego quiso andar el mismo camino, para avanzar, pero quedó algo estancado: Diamantes de sangre y Resistencia, pese a contar con protagonistas de primera línea, no consiguieron auparle a la primera división de los realizadores. Lástima.
Quizá por eso ahora nos encontramos ante esto. Una comedia romántica para la que no ha querido descuidar detalles, así que empieza por fichar a su co-guionista habitual, Marshall Herskovitz (que estuvo en todas sus películas anteriores) y que, por fortuna, conoce también este género; pero por si acaso, y en vistas de que quizá este pack necesita de una tercera mano que les ayude a apuntalar proyectos más trabajados, han decidido incorporar una tercera firma, la de Charles Randolph, guionista de títulos como La vida de David Gale o La intérprete.
Ante todo, más allá de la confianza que todos estos nombres nos transmitan, es evidente que Zick ha peleado por dar un fondo sólido a su nueva película, a pesar de la pinta de comedieta bobona que ésta pueda tener.
Otro punto importante, claro, era contar con actores competentes al frente de la broma, y no los clásicos fichajes del género: Anne Hathaway conoce las claves de la comedia romántica y es un nombre más que digno (y sus cacareadas escenas de desnudo han servido, de paso, para dar bombo comercial a la película; en los USA es una celebridad, la muchacha), y Jake Gyllenhaal es un tipo capaz de trabajar en pequeñas apuestas o de capitanear blockbusters de la Disney (como Prince of Persia).
Así las cosas, y con el material que a todos les ha tocado manejar, difícilmente encontraremos nada destacable, pero el lector ya se habrá dado cuenta de que estoy intentando sacarle un poquito la cara a la película. No creo, sinceramente, que vaya a ser la clásica comedia tonta e imperdonable. Se podrá ver, y sonreir. No más. Pero oye, en estas fechas, ni tan mal...