Lars Von Trier se atreve con la
ciencia ficción, cómo no se va a atrever. Claro que lo llevará a
su terreno y generará una mezcla de géneros notablemente inusual:
el drama de ciencia ficción. Por un lado, no renunciará a su gusto
por el drama, por las emociones desgarradas y el golpe efectista de
la tragedia. Por otro lado, la ciencia ficción le vendrá de perlas
para experimentar con la imagen, en esta nueva línea iniciada con
Anticristo, posterior a su etapa Dogma. Después de una
renuncia radical a ciertos aspectos artificiales del séptimo arte,
el cineasta ha vuelto en parte a sus orígenes, para conseguir esas
imágenes evocadoras de Epidemic, o la complejísima
composición visual de Europa. La ciencia ficción de tintes
astronómicos ofrecerá una oportunidad para crear imágenes cargadas
de simbología y, admitámoslo, muchas veces supeditadas a la
estética más artificiosa. Eso sí, el movimiento inquieto de la
cámara ha quedado ya para siempre en su estilo. Finalmente, puede
ser una mezcla yuxtapuesta de estilos entre La fuente de la vida y Celebración.
Presenta la película en la sección
oficial de Cannes, donde ya es un veterano, en cuestión de
presentar películas y también de armarla en las ruedas de prensa. Y
no me sorprendería que fuera una de las mejores películas de
Cannes.
Cuenta con un reparto de auténtico
lujo. Penélope le dio el no (habría sido interesante ver esta
conjunción) y en su lugar es la inquietante Kirsten Dunst quien
que encabeza el reparto. Junto a ella, la más inquietante todavía
Charlotte Gainsbourg, que ya trabajara con el director en su
anterior película. La siempre elegante Charlotte Rampling,
John Hurt, Stellan Skarsgard y sorprendentemente,
Kiefer Suherland. Veremos lo que nos tiene preparado el
director con el ego más grande, seguramente algo a medio camino
entre la tomadura de pelo y la genialidad.