O no estrictamente, pero es un bonito título para ir abriendo líneas. La duda más bien está entre la temática y los responsables de la película, justo ahí, a medio camino.
John Maybury no tiene nada demasiado decente en su currículo a nivel cinematográfico. En 2005 fue el director de The jacket, película sin demasiados vuelos que le sirvió para conocer y dirigir a Keira Knightley, con la que aquí repite. Después de aquello probó en la tele, pero no en un producto cualquiera: en la aplaudidísima Roma. La sobriedad y pulso demostrados en esta teleserie le pueden venir bien ahora.
EN cuanto al guionista, tampoco hay mucho donde agarrarse: Sharman McDonald tiene un trabajo anterior en cine, solamente, y data de... ¡1997! Se trata de El invitado de invierno, que quizá alguno recuerde por ser una película dirigida por el actor Alan Rickman. Sin ser una maravilla, sí le sirvió a Rickman para llevarse a casa algún premio y alguna alegría.
Los nombres más brillantes de The edge of love están en su reparto: Cillian Murphy es uno de los actores más a tener en cuenta de las nuevas generaciones, un tipo de rostro ambiguo, misterioso, perturbador, que ha funcionado a las mil maravillas en Sunshine o en Batman begins. Keira Knightley, por su parte, ya ha demostrado varias veces su solvencia en títulos de ambientación histórica.
A su lado, Matthew Rhys (El mundo perdido, Aprendiz de caballero) con la difícil tarea de dar forma fílmica al poeta Dylan Thomas, y Sienna Miller, actriz de títulos menores que sin embargo ya ha tenido oportunidad de demostrar que, con un libreto interesante, puede dar mucho de sí (Interview).
Lo interesante de The edge of love es que no se tratará de la habitual trama romántica de pareja en plena Segunda Guerra Mundial, ni el típico biopic al uso. Más bien, pretenderá usar a Dylan Thomas como uno de los elementos de un juego interrelacionado de cuatro personajes que harán del amor, un simple juego. Pero los juegos no son siempre divertidos.
Veremos cómo soluciona la papeleta Maybury, pero de momento le doy mi confianza.