El Anna Karenina recién estrenado es la enésima adaptación de la inmortal novela de Leon Tosltoy y si me intereso por ella, en vez de ir a releerme algún pasaje de la novela, es por el dueto formado por Joe Wright y Keira Knightley que vuelven a repetir, él tras la cámara y ella delante, tras Orgullo y prejuicio y Expiación. Las dos películas, fuera de trabajos de televisión, con los que Wright firmó su tarjeta de presentación y que tanta fama y buenos resultados le reportaron.
Su tercera y cuarta película (Soloist y Hanna) le situaron quizá en un territorio anodino, alejado de los focos de los premios y las alfombras rojas y demostraron la inquietud de Wright por investigar nuevos campos y formatos. El traspiés de los anteriores títulos le ha devuelto a la senda del, llamémosle así, cine clásico, cine de época, con la impecable habilidad con la que Wright consigue contarnos historias de siempre de una manera distinta, con una cámara vivaz, y una puesta en escena que avasalla.
Keira Knightley, desde precisamente Expiación, no ha conseguido dar con la tecla del despegue de su carrera. Sus papeles clásicos como los de Seda y La duquesa resultaron igualmente anodinos y en el horizonte se atisban dos interpretaciones poderosas en Nunca me abandones y en Un método peligroso. Poco bagaje para una actriz que ahora debería estar consagrada y sigue vistiendo de etiqueta de promesa.
A ellos se les une Jude Law que aportará su buen hacer y presencia y un joven Aaron Taylor-Johnson, de poco recorrido para el gran público y que hemos podido ver recientemente en el Salvajes de Oliver Stone.
No estaremos ante la adaptación definitiva de Anna Karenina, quizá probablemente porque sea casi imposible hacerlo, pero me interesa el scherzo que nos va a regalar Wright y, lo más importante, estoy interesado en ver cómo son capaces de darle él y Tom Stoppard, el guionista encargado de adaptarla, el grado de visión de modernidad. Es una historia intemporal pero en este tipo de adaptaciones se suele tender siempre a imprimir una revisión cuyo resultado, ciertamente, me genera interés.
Nada y todo nuevo bajo el mismo sol.