El director japonés Yoji Yamada cierra con esta película su trilogía centrada en el mundo de los samuráis. Una mirada lírica y nada épica, crepuscular, realista que se centra más en los personajes y en la sociedad del momento, con apenas escenas de acción. Así comenzó con la estupenda El ocaso del Samurai, después vendría La espada oculta.
En los tres casos, la academia de cine de Japón no dudó en cargar de nominaciones con sus premios nacionales a cada una de estas entregas. En este caso concreto consiguió entre otros el premio a la mejor fotografía y a un actor secundario. Además la película se pudo ver el pasado año en la Berlinale y en la Seminci de Valladolid.
Entre tantos calcos de películas de artes marciales repletas de fuego de artificio, coreografías vacías y parodias de épica, es refrescante ver precisamente todo lo contrario. Sin el más mínimo truco, ni despliegue de acción podemos disfrutar de una historia bien contada, bien interpretada que por comedimiento termina siendo mucho más intenso que una lluvia de mil flechas o un combate contra decenas de enemigos. Una historia de verdad, muy bien realizada.
Si las distribuidoras me lo permiten, no me la perderé. Recomendada.