Una de las mejores cosas que tenía Resacón en Las Vegas era esa estructura en la narración de no vivir una juerga desenfrenada con los protagonistas, si no vivir las consecuencias de la noche anterior, sin saber qué es lo que había pasado era un ingrediente diferente en este tipo de comedias. Eso acompañado de hilarantes situaciones y de esos tres personajes, liderados sobre todo por el interpretado por Zach Galifianakis, capaces de cualquier cosa en estado alucinatorio o sobrio, la hicieron una comedia fresca, divertida y sin complejos. Sigo diciendo que quizá un poco exagerado que consiguiera un globo de Oro, pero claro, hay años que los competidores dejan mucho que desear.
Pero los números no dejan indiferente a nadie y como no podía ser de otra manera, ya tenemos la segunda parte, con la misma premisa argumental y los mismos protagonistas acompañando a Galifianakis, Ed Helms y Bradley Copper, al que este título sirvió como gran trampolín ya que lo hemos podido ver en este intervalo trabajando con Robert De Niro en Sin límites o En El equipo A. Ahora cambian de escenario de Las Vegas por Bangkok. Y puesto que la sorpresa de la primera entrega ya no puede utilizarse, habrán de aferrarse con fuerza para que los gags sean más bestias y truculentos. Será la misma fórmula pero elevada al cuadrado.
Sin trampa ni cartón, el director Todd Phillips parece que va a dar lo que promete, mejorando lo presente en Salidos de cuentas, el título intermedio entre las dos primeras partes de lo que ya parece que será una trilogía, puesto que esta segunda entrega ha hecho ya dinero suficiente por ahora en Estados Unidos como para que los productores firmen cualquier cheque en blanco para ello.
Exagerada con más de lo mismo, indispensable si eres un amante de la comedia amnésica.