Robert E. Howard creó al personaje fémino y guerrero a la sombra de Conan, ahora Robert Rodríguez (director en Grindhouse junto a Tarantino) se atreve a producir esta película, como un remake de la mala ya realizada en 1985, con Brigitte Nielsen dando imagen a la popular luchadora pelirroja. El director elegido no es ni mucho menos un erudito del tema del fotograma, y supongo que el talentoso productor lo utiliza para hacer el trabajo sucio de un film complicado si realmente pretende seguir las bases marcadas por el cómic.
25 millones de dólares al servicio de una producción que tiene gancho seguidores ya del propio personaje, y curiosos como yo dispuestos a disfrutar. Pero desde ese 1973 en su primera aparición en papel, hasta estos tiempos que corren, el riesgo de alejarse de la mujer que representa es alto, y así la posibilidad de perder la animosidad de los fans del género incluso del elemento en cuestión más importante, la historia de Conan.
Con la esperanza de que en esta producción se encuentre un hueco en las buenas manera y el saber hacer, sin perderse en caprichos comerciales que la hagan perder el norte, todos entendemos las necesidades del género de bárbaros, pero también es posible ahondar, me siento a esperar con ilusión una opción de cartelera distinta, con claros y potenciales diseños visuales que puedan aislarme de las torpezas del metraje y así alzarla al capítulo de esas películas en las que la óptica es esecial y por ello se salvan de la quema, véase 300.
Algo me dice en mi interior que me estoy equivocando, que es probable que esta buena puntuación en forma de cuatro sólo sea pensar con el corazón más que con la cabeza, y si es así, que así sea, pretendiendo acercarme a la mentalidad bárbara, más músculo y corazón que cabeza, frase esta cómica si tenemos en cuenta el final de Conan, y lo que caía a golpe de bote por las eternas escalinatas, jeje.
La protagonista elegida, la exuberante Rose McGowan (con un papelón en escenas de acción en Planet Terror y muy conocida por la serie de televisión Embrujadas), que no tiene verguenza ni dentro ni fuera de las salas, y que puede llevar a buen puerto ese carácter bestial que presenta la guerrera descrita, con los matices de una potente hembra de escenario sin tratar de herir sensibilidades con estos términos.