¿Dónde queda la inocencia de la historia original ahora adaptada para hacer taquilla? No se sabe, pero lo que sí podemos intuir es que se trata de una nueva manera de sacar rendimiento a lo que sea desde esa etapa de huelga de guionistas que tubo la gran industria, y que retrasó tanto rodajes e ideas. Reminiscencias dicen.
Jack Black (Año uno) es el idóneo para poner cara y chulería a un personaje gigante en Liliput pero con actitud moderna. El director de Monstruos Vs Alienígenas o El espantatiburones cambia de maneras y se atreve con una película muy de estudio también. Resultado, curiosa cinta donde puede más el morbo de ver cómo enfocan el asunto más que el film en sí. Cuatro gags, cuatro planos de ordenador y poco más.
La deseo para los amantes de la absoluta desconexión, que pretendan reír como terapia y poco darle al coco o al sentimiento. Película de consumo que no estimulará sino que entretendrá, que oye, no es poco, supongo.