En estos días de resurrección del género musical se echaba en falta esta película. Si ya se habían animado con la megafamosa "Chicago", ahora le tocaba el turno a la ópera más famosa de Andrew Lloyd Webber, uno de los artistas más influyentes del s. XX, auqella que ya arrasara en todo el mundo con esa lámpara colgando del patio de butacas. Ahora bien, no creo yo que el espectáculo sea apto para su adaptación cinematográfica; esto no es "Chicago", aquí no se incluirán los números musicales en la trama, aquí esa majestuosa lámpara no estará sobre nuestras cabezas.
Al parecer A.L.Webber sólo puso dos condiciones: actores jóvenes que cantasen ellos mismo. El resto se lo dejó a Schumacher, aquél irregular director de "Batman III" y "Batman IV", pero también de "Última llamada" o "Asesinato en 8 mm". No es Baz Luhrmann, no tiene las tablas en coreografía de Rob Marsahll ("Chicago"). ¿Será capaz? ¿Le aplastará la ópera? ¿Podrá mantener el pulso durante más de dos horas?
Una última pregunta: ¿podrán los espectadores acostumbrarse a la versión en castellano de las canciones?
Mucho me temo que la lámpara se convertirá en la espada de Damocles.