La palabra para describir a Takashi Miike es sencillamente “más raro que un gato verde”. El Lynch de los japoneses (pero más gracioso y sangriento), con una originalidad y capacidad de asombro excelentes además de una alucinante capacidad de producción de películas.
Su nueva película, con un poco de ánime, con un poco de joven chica protagonista con malote violento de por medio, en fin, una más de sus aventuras de siempre, no parecida a las anteriores, no menos que las anteriores, simplemente distinta.
El que quiera pasárselo bien, entretenido y “ojiplático” ante muchos recursos del señor director, que no tiene vergüenza con nada de lo que hace, el que quiera simplemente desconectar y meterse en otro mundo con otras normas, que se acerque a él sin problemas, y a su filmografía si no se conoce.
Películas como Zebraman, Dead or alive, 13 asesinos, Audition, Three…extremes, Gozu o Ichi the killer son ejemplos más que sobrados de la locura de Miike, una locura contagiosa que acaba por atrapar a los frikis del cine y los que no lo son tanto aunque no lo confiesen.