Route Irish se estrena en una fecha entrañable. Y no me refiero a la navidad, que también. Las tropas del tío Sam ya no ocupan territorio Iraquí. Y la fecha de lanzamiento en España de esta cinta siempre se verá reforzada por este acontecimiento histórico. Pero esta no es una crítica o lectura política, ni siquiera una precrítica política.
Por eso, es de Ken Loach de quien debemos hablar. Pero también de Irak, de la guerra, del omnipresente british army, de la era contemporánea y de los ingredientes que puedan hacer este film una consecuencia directa de los tiempos que vivimos. Loach es un director con una mano izquierda para hacer cine como pocos saben hacer. Y creo que el estilo artístico del mismo está muy por encima de cualquier lectura o posición política que cada uno ocupemos. Evidentemente la objetividad no es algo que se le pueda pedir a Route Irish pero la inercia de los acontecimientos y de la coyuntura se lo pondrán fácil. Loach juega en casa, la atmósfera cruda, violenta y dramática juegan a su favor y le sacará jugo, estoy seguro. Ni que decir de la acidez de la denuncia fácil. El rojo de la sangre siempre será bienvenido cuando hablemos de cine, nunca fuera del escenario. La agresividad de las escenas son eso mismo, escenas, un avituallamiento para los que jamás pisarán la delgada línea del arte y expresión cinematográfica, que se disfruta fuera del ring, algo ajeno, el arma que nunca llegará a nuestras manos.
Si de lo que se trata es de hacer una peli violenta y con escenas de sangre, tiros, clicks, bangs y universo bélico quizás Loach no sea el indicado. Pero si se trata de hacer memoria, política, un discurso y literatura, desde luego que sí. Me siento seguro con este director, lo sé, el tufo a mano izquierda es considerable pero uno ya está contaminado con un color que nunca representa la sangre sino la pasión. Un film para militantes, que quieren serlo y los que no. Un film por y para el género humano. Una mano que ya la quisieran muchos.