Crítica de la película Omar por Iñaki Ortiz

La mentira y la violencia


3/5
21/07/2014

Crítica de Omar
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película No sé si es el mejor momento para hablar de una película ambientada en los Territorios Palestinos Ocupados, con las bombas cayendo sobre la población y con francotiradores israelíes asesinando civiles. O quizá es el mejor momento, porque esta película, como tantas otras, sirve para dar visibilidad a la situación cotidiana de la población allí. Las torturas, el control, la condición de sentirse en tierra conquistada.

Omar es la última película de Hany Abu-Assad del que tuvimos la oportunidad de ver en el festival de San Sebastián, Paradise Now, que era, en mi opinión, superior a esta. Cuando uno se acerca a un director palestino no espera encontrar esta calidad de thriller, con buenas persecuciones callejeras y una soltura rodando la acción y la violencia que se acerca mucho a las maneras occidentales. No es casualidad que haya un par de referencias al cine americano (a Brad Pitt y a El padrino).

Nos cuenta una historia de amor y violencia, que como género podría ser universal, pero que descansa en dos pilares propios de su contexto. El primero, inevitable, el del conflicto con Israel, es el motor de la trama. Terrorismo, infiltrados, torturas. Al tiempo que nos muestra su visión de la situación -no a niveles políticos sino el efecto directo en la calle-, rueda un entretenido thriller. El segundo pilar sobre el que se sostiene, es la situación social de Palestina en cuanto a su cultura y religión. La mentalidad antigua a la hora de tratar las relaciones de pareja, y los peligros de la represión que supone. Aunque los personajes palestinos son los protagonistas y, por tanto, los buenos de la película, no oculta el machismo -en sus formas de actuar e incluso en sus chistes- y los aspectos más retrógrados de esa sociedad. Eso sí, al igual que su retrato del conflico, lo hace sin cargar las tintas ni ofrecer moralejas.

Un aspecto interesante de la película es el peso de la mentira. Casi todo el avance de la trama se articula a través del engaño. En este sentido recuerda, salvando las distancias, a Le Passé de Asghar Farhadi. Parece que el cine del mundo árabe está especialmente sensibilizado con las consecuencias de la mentira y con reforzar la duda sobre lo que parece ser una verdad absoluta inapelable. O quizá solo es una coincidencia. La película resbala un poco en algún giro final, algo forzado; y tiene alguna concesión hacia sus personajes, obviando algún aspecto negativo, que lastra un poco el resultado final. Quizá tiene, además, una caída de ritmo en la última media hora, cuando la trama se complica. Por lo demás, una obra que guarda un buen equilibrio entre retrato social de un contexto terrible y entretenimiento de género.



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