Poco queda de aquel gran Woody Allen. Todo permanece dentro de nuestro pequeño baúl de tesoros cinematográficos. También en las reposiciones de canales temáticos y en los videoclubs más clásicos. La edición del Festival Internacional de San Sebastián del 2008 presentó el entonces último trabajo de Allen, Vicky Cristina Barcelona. Un puro trámite hijo de las exclusivas y contratos millonarios de un director que envejece.
Sus últimos trabajos nos dejaron con una sensación de vacío. Tanto la exigencia de la crítica internacional como las altas expectativas del público transformaron la reputación de Allen. No quiero mentirme, ni crear falsas ilusiones. Éste su último trabajo será una obra menor. Un relleno en su larga trayectoria.
Al margen del deterioro cinematográfico de Allen, me interesa especialmente la figura de Larry David, uno de los guionistas de la exitosa serie Seinfeld. Además, es un personaje muy importante en Estados Unidos en el ámbito de la comedia y este papel en la película de Allen no es sino un homenaje a este tipo tan simpático y risorio en un papel de comedia que le viene al pelo. Le acompaña como personaje femenino Evan Rachel Wood (El luchador).
Si la cosa funciona, la última de Woody será una comedia interpretada por un comediante con una receta muy tradicional basándose en el humor negro y las disparatadas situaciones que tanto le gustan a su director. Nada serio aunque tiene elementos suficientes como para darle tres estrellas.