Y si digo esto, que ya he dicho que no es poco decir, ¿a qué viene la nota más bajas figurando en mi casillero de opinión numérica? ¿Tan mala puede ser la película en el resto de sus aspectos para que desatienda de esta manera mi introducción a esta crítica? Sí, queridos lectores, sí, tan mala, o si cabe, peor.
¿Y quién tiene la culpa? ¿Los actores? Nadie destaca pero tampoco son tan malos, ellos básicamente se dedican a bailar. No, aquí la culpable se llama Barbara Turner, guionista, y su culpa es la de olvidarse de un pequeñísimo detalle: el guión. En esta película toda historia que tenga visos de llevarnos a algo está irrevocablemente destinada a terminar en nada, a disiparse entre saltos y giros. Diríase que el guión, si lo había, ha nacido de la necesidad de conectar una serie de puestas en escena de diferentes coreografías, muy vistosas eso sí. Yo, en el peor de los casos, contaba, en mí precrítica, conque esto nos llevará a un mundo de esfuerzo y vocación de unos jóvenes con talento. Eso hubiera sido pobre y repetitivo, y esperaba no encontrarme con ello, pero mientras me escurría de mí butaca, tremendamente abatido por esa demostración de la terrible NADA que surcaba tan campante por la pantalla ante mis ojos, ansiaba que comenzara esa triste y pobre historia de esfuerzos y de lucha. Al menos habría sido algo. Creo que es difícil encontrar una película con tal escasez de imaginación. Ni el joven novato se adapta, ni la gran bailarina Campbell llega a nada que no sea seguir el curso lógico de un camino llano y sin novedades, ni se soluciona de alguna manera su conflicto de pareja (simplemente se nos invita a olvidarlo). Ni el gran jefe McDowell es grande, ni tampoco pequeño, ni exigente, ni visionario ni nada. No es NADA.
Y para colmo nos salpican con esos diálogos de la talla de “¿Cómo has entrado? – Me diste la llave” durante toda la película, absurdeces que casi parecen autoparodiarse. Altman no compensa todo esto. Si sólo hubiera sido ingenua, inconexa, mal desarrollada... quizá lo hubiera compensado. Pero era lo peor que puede ser una película (y sobre todo una película sin mensaje), era TREMENDAMENTE ABURRIDA. Si usted es un amante de la danza, hágame caso, espere al vídeo y podrá echar hacia delante los momentos en los que no haya escenario.