"Una guerra siempre es una guerra". Estas palabras salen de la boca de Swofford en una de sus lúcidas reflexiones en off.
He aquí el punto de partida de construcción de una inteligentísima película, que, tal y como comenta Sherlock, con el que suscribo su post casi al completo, Mendes consigue convertir en virtud su principal defecto: la propia no Guerra del Golfo.
"Nos pasamos años disparando para ir a una Guerra y no pegar un tiro". Otra reflexión que cae como una losa. La reacción normal es sentirse aliviado, ¿qué mejor que ir a una guerra y no pegar un tiro? Pero no hay que olvidar que los marines, no son cabezas de bote antes de llegar al ejército, sino que lo consiguen ser una vez allí, tras el aleccionamiento, la humillación, la camaradería, el "born to kill". Todo eso es duro, incluso ven cómo puede morir gente como ellos, pero tiene un fin: entrar en Guerra, y, una vez dentro, matar.
He ahí el magnífico telón que nos propone Mendes.
Y nos enseña cómo fue igualmente dura la espera, el stress, el calor, el pensar que la Guerra iba a ser cuestión de una semana, la soledad, los desengaños amorosos, tanto es así la situación que sólo quieren hacer una cosa: aquello por lo que están allí.
Y esto Mendes nos lo narra con gran virtuosismo y agilidad. De forma muy lúcida decide escapar cuanto antes de la instrucción en suelo yankie, que es lo que menos me gusta de la película con diferencia, con excesivas referencias a películas que ya hemos visto mil veces, bien y mal hechas.
Y es en el desierto donde puede jugar sus bazas, entre las que se encuentra su enorme capacidad visual. Es increíble ver cómo es capaz de sacarle todo el jugo al desierto, en la fotografía, en el saturado de los colores, y, yendo más allá, en el juego entre ceniza y blanca arena, el silencio del desierto, o los pozos de petróleo ardiendo. La belleza de estas imágenes sólo es comparable a las míticas de "Apocalypse Now". Un maestro.
En el relato se nos mezcla la comedia, con el horror que va entrando poco a poco, primero con la terrible revelación de la cinta de "El cazador", después con la ida de olla del protagonista, más adelante con la cruda realidad de una Guerra, los cuerpos calcinados que testimonian que por mucho que no hayan disparado, la Guerra está ahí. Maravilloso.
El epílogo de la historia quizá sea el otro punto que menos me ha gustado, sobre todo, el momento en el que en el recibimiento como héroes (porque hay que pensar que para el ciudadano de a pie, también todas las guerras son iguales, pegues un tiro o no) sube el veterano de guerra del Vietnam. En ese momento, el discurso de crítica mordaz de la película sube de tono en exceso, convirtiéndose casi en mensaje social de moraleja. Hecho que, sin duda, se complementa, con la frase final "Aún seguimos en el desierto".
Con todo, una gran película que demuestra que Sam Mendes es uno de los grandes actualmente, y siempre fiel, a su lirismo (magnífico el sueño en el que Swofford vomita arena tras ver a su novia en el espejo) y a su barroco sentido visual. Un espectáculo.
Como ya lo comenta Sherlock, aquí simplemente, lo confirmo:
1) Los actores están todos inmensos.
2) El juego metabélico es delicioso: "Apocalypse Now", "El cazador", "La chaqueta metálica",..."The doors".
¿Quién dijo que esa Guerra no tenía su música? Mendes se la ha puesto: rap.
La película definitiva sobre la 1ª Guerra del Golfo, cualquier acercamiento posterior no tendrá sentido alguno.