Ésta, y probablemente no El orfanato, es la película española de la temporada que hay que ver. Mientras que la película de Bayona presenta una factura técnica intachable pero una falta de brillantez preocupante (aunque más preocupante es que se haya ensalzado tanto una película que no deja de ser nada fuera de lo normal), REC se asoma como una apuesta novedosa dentro de nuestro cine.
Novedoso no tanto por el género tratado (cine de terror lo hay, en nuestro país, sólo que no estamos acostumbrados a encontrarlo tan bien distribuido) como por la inteligencia de su apuesta comercial. En este caso, Plaza y Balagueró, sus directores, optan por un recurso narrativo y estético muy concreto, que ya la mayoría conocerán pero que no desvelaré por respeto a quienes aún no sepan demasiado de la película.
Esta apuesta me parece muy inteligente, como decía, en dos sentidos principalmente. Por un lado, claro, en el puramente comercial. Su línea casi "documental" (perdonad que siga siendo tan vago y poco concreto) redunda en un mayor efectismo, lo cual siempre garantiza una conexión fácil con el público, y más en un género como éste. Pura carne de taquilla, vaya.
Por otro lado, ese efectismo también se traduce en el propio significado de la trama, de la historia que se cuenta. Claro que efectismo y efectividad no son lo mismo, y es este último punto en el que creo que el film pegará varios resbalones. Su propia naturaleza (realismo estético) puede que perjudique a su credibilidad y su funcionamiento como película, olvidándonos de géneros. Es decir, realismo narrativo, en aquello que se cuenta.
Seguramente REC funcionará muy bien como película de género pero no las tengo todas conmigo a la hora de apostar por ella como producto redondo. Aún así, insisto, la apuesta es inteligente y, por ello, ésta es la película española del año que hay que ver, sí o sí.