Este producto de bajo rendimiento ha conseguido colarse hasta el punto del estreno en nuestro panorama de cartelera. La dimensión de un guión forzado hacia el mundo extremo de la creencia religiosa adolescente en este caso de un catolicismo exacerbado es excusa para situar a jovencitos (Macaulay Culkin entre ellos) en situaciones tan tontas y poco reales que convierten este producto en el que el esfuerxo para seguir el hilo es demasiado para considerarla más allá del entretenimiento justo y de tarde enfermo. Ni siquiera el cachondeo o la crítica ácida lo serán tanto ya que es incluso innecesario hacerlo cayendo en su propio peso el exagerado tratamiento de estas personas en la película con la intención de hacer un mundo muy estructurado que en la realidad solo tendría cabida en un drama en forma de ensayo sobre las creencias tan severas, y no en este producto de estudiantes.