La primera entrega de la trilogía de Ulrich Seidl, que persigo con mucha curiosidad, tratará del amor como su nombre indica. Si ya comentaba en la precrítica de Paraíso: Fe que este cineasta es un rara havis con calificativo de genio, con este film nos pondrá en antedecentes de su tríodo conformado también por Paraíso: Esperanza.
El aviso a navegantes es el mismo. No se trata de un director fácil, ni siquiera de un cine fácil. Se trata de un espía, una cámara que capta y hace que el espectador espere al film, no siendo gratificante pero si buen cine. Kenia, amor, sexo, dinero. Ser humano analizado en sus miserias y grandezas.
Los encuadres perfectos y los silencios dialogantes se aunarán con las frases intimidatorias de un guión pensado para reflexionar y dar qué opinar, aunque sea en el centro de nuestras meninges y no nos atrevamos después a transmitirlo fuera. Seidl saca las vergüenzas.