Clint Eastwood nos dejó un trabajo bastante mediocre con su anterior título, El intercambio. Si algo quedaba claro es que el veterano director no había puesto precisamente toda su alma en ello. Sin embargo, aquí se intuye su mimo, su calma, su pasión, y sobre todo su interés.
Él mismo se reserva el papel protagonista, con una importancia clara. Se sitúa en el registro que mejor domina: en el del tipo más duro de la ciudad. Lo domina como actor y como director, hasta tal punto que es capaz de conseguir algo verdaderamente complejo: Eastwood consigue mezclar el género del héroe implacable de coraza impenetrable con la observación social y la reflexión, aunque muchas veces no sea demasiado evidente.
Por todo esto, confío en esta película, aunque me encuentre con unos guionistas novatos que no tienen ningún aval. Quien sí que lo tiene es el director de fotografía Tom Stern, quien ha trabajado con el director en trabajos tan bien terminados como Million Dollar Baby.
Una película que funcionará en dos direcciones, como interesante thriller y como jugoso drama. Para todos los públicos. Así ha conseguido Eastwood no sólo el reconocimiento de la mayoría de la crítica sino también una generosa taquilla.