Uno no puede no ir con ganas a la nueva película de Kim Ki-Duk, uno de los pocos directores orientales que estrenan últimamente en España. Y no sólo porque vea de reojo que el neoForty por excelencia le haya calcado un cinco estrellas y se haya quedado tan agusto.
Kim Ki-Duk hace un cine que me asombra, me maravilla de su belleza y su surrealismo, su magia, una de esas cosas que tantos pretenden y tan pocos consiguen. Nunca he llegado a la nota máxima con sus películas así que no me arriesgaré esta vez.
En todo caso decir que este director que hace doblete en el festival, es una cita indispensable. A quien no lo conozca le ruego que lo haga ya, y quien ya sepa de él, que juzgue por sí mismo su cine y sabrá si es lo que quiere ver o no, pero incluso si es que no... que le dé una nueva oportunidad.
Belleza visual, ensoñación y extrañas realidades de fantasía.