Conocimos a Daniel Radcliffe con
once añitos y ahora es todo un hombretón. Las dos primeras
películas las vi en aquel soporte tosco llamado VHS, después se
hizo imprescindible verlas en pantalla grande. Con este son 7
episodios, 8 películas. Una mala decisión la de partir el último
episodio en dos, primero porque un metraje de 4 horas y media es
excesivo (la primera parte tuvo sus tiempos muertos, o mejor dicho,
sus ritmos muertos); pero sobre todo, porque rompe el gran momento
previo al desenlace, la muerte de Dumbledore y la confrontación
entre Harry y Snape, que suceden al final del episodio 6.
A pesar de este punto negativo, está
claro que todos estamos deseando ver el desenlace de la saga (la
recaudación del primer fin de semana ha superado a la de El
caballero oscuro), queriendo saber como terminará. Quienes no
conocen el desenlace, en ascuas por si Rowling habrá matado a su
personaje; y quienes son lectores asiduos, o como yo, se han
abalanzado sobre los últimos libros para acelerar el proceso,
ansiosos por ver como se plasma en la gran pantalla semejante
desenlace. Como esperamos en su momento la batalla entre Obi-Wan y
Anakin, ahora llega el enfrentamiento Potter y Voldemort. En un caso
como en el otro, con el poso de muchas horas de cine que aquí empezaron
con ese bebé marcado por una cicatriz. Aunque quizá, no es tanto
ese enfrentamiento físico, como la resolución de algunos conflictos, la lucha interna de algunos personajes. Y es que la condensación de
emociones y la fuerza de los personajes ha ido creciendo hasta aquí
con firme calma.
La película se apunta al 3D (está
claro que los productores están haciendo todo lo posible por
rentabilizar hasta el último dollar). Yo personalmente recomiendo
dejarse de artificios y distracciones y terminar de ver la saga en
2D. Por lo demás no habrá sorpresas en el equipo: el repartazao
habitual, David Yates repite como director (ya le tiene más
que cogido el pulso a la saga), lo mismo o más se puede decir de
Steve Kloves el guionista.
En la primera parte descubrimos la
atmósfera más oscura, con planos casi negros por entero, con una
ambiente de zona de guerra, casi apocalíptico, cercano a la angustia
de La carretera, y con un constante estado de alerta agotador.
Es el momento de pisar el acelerador y no frenar ante uno de los
desenlaces más esperados de la historia del cine. La saga se acaba,
y espero que sea con una gran traca final, pero sin perder los
pequeños detalles que le han dado su particular personalidad.