Un respeto al cine argentino que aun tiene mucho que decir. Lejos de la tendencia cargante habitual aparece esta película que cuenta con una factura envidiable. Todo un derroche de gusto por el cine de atmósfera el que ha demostrado Adrián Caetano.
Contrastando con la norma a la que nos tienen acostumbrados de planos sucios y cámara al hombro, vemos una película con atmósfera de lluvia, de sangre en el colchón, de sombras marcadas sobre planos oblicuos. Con ese despliegue de planos de presentación del personaje más aterrador, la casa, en los créditos iniciales, después de que hayamos asistido ya a una desasosegante escena inicial con una madre descompuesta, con una música lenta pero cualquier cosa menos tranquila. Planos oblicuos de unas escaleras de dolor.
Personajes de presencia, como el malvado cabecilla, magistralmente interpretado por Pablo Echarri, o Lucas, la madre severa de los presos. Con un protagonista, Rodrigo de la Serna que vuelve a demostrar que es un importante actor.
Tiene sus contras la película, eso sí. Quizá una cierta confusión en la parte media que hace que uno desconecte levemente. Quizá demasiada escena de tortura, aunque tampoco se recrean en exceso. Un poco menos hubiera estado mejor.
Muy conseguido el clima de suspense, especialmente en la huída y posterior escape. Una buena película que nos recuerda que no hay un solo género en el cine argentino.