En tiempos navideños de carteleras averiadas, y mientras uno se plantea si definitivamente cae en las gigantescas manos de King Kong, lo mejor para el cuerpo es meterse una buena película de cine independiente. Quizá más independiente que buena como suele suceder.
No tenemos nombres para sacar a relucir. Miranda July, la directora, guionista y actriz (y vaya usted a saber que más), no tiene apenas andadura por este mundo del cine. En el reparto no encontraremos ninguna seguridad tampoco. Lo que sí podemos encontrar es un premio especial del jurado en Sundance (santuario del cine independiente) y cuatro premios en Cannes (entre ellos la cámara de por la mejor ópera prima), y así bastantes más premios siempre dentro del circuito independiente.
Se trata del perfil básico de una buena ópera prima, de esas que pasan desapercibidas por tener gente desconocida pero que dentro de unos años pueden no ser tan desconocidas. Creo que Miranda July puede tener futuro y no quiero que por la cobardía de no afrontar el frío gélido de estos días me quede sin ver su primera película. También puede ser que esta mujer no llegue a nada, pero entonces tampoco habré perdido mucho.
Creo que se tratará de ese tipo de película que de primeras parece que no va a nada pero en las que van habiendo situaciones de emoción a flor de piel. Seguramente inteligente, seguramente entretenida. Un cuatro optimista.