Desde que Chabrol revolucionara el cine en 1958 con su El bello Sergio no ha parado de ofrecernos más y más películas hasta llegar a filmar más de una al año.
Paradójicamente casi todas las películas son iguales o, al menos, tienen los mismos elementos: crítica a la burguesía, pequeño crimen de ámbito rural narrado sobriamente, atención a los detalles de la vida diaria, relaciones turbulentas de pareja... Por supuesto, dentro de todas éstas películas, las ha habido de diferentes calidades. Desde obras maestras como El carnicero, un thriller que por enfoque se adelantó a su época 20 años, hasta El tigre se perfuma con dinamita, una película de serie B que imita a los espías tipo James Bond y que no hay por dónde cogerla.
En su última etapa ha firmado películas como La flor del mal o Gracias por el chocolate que, pese a estar perfectamente construidas, no dejan de ser un refrito de algunas de sus obras más celebradas. Quizá la película más interesante de su última etapa sea Borrachera de poder, anterior a ésta última y donde ejecuta su fórmula de siempre con especial brillantez.
En ésta Una chica cortada en dos, tendremos a un Chabrol ya en su ancianidad, reflexionando sobre uno de los temas preferidos de la Nouvelle Vague: la mujer. Aquellos que sean aficionados a las películas de Chabrol no descubrirán nada nuevo, pero quellos que no hayan tenido la oportunidad de acercarse a su cine, creo que podrán disfrutar de una película que sintetizará bastante bien a éste director y, por extensión, a todo su movimiento cinematográfico.
Narración sutil para aquellos que buscan huir de las grandes explosiones y persecuciones en coche...