Crítica de la película The Bling Ring por Iñaki Ortiz

La trilogía del lujo vacío


4/5
13/10/2013

Crítica de The Bling Ring
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Ya van tres veces seguidas. A Sofia Coppola le interesa, y mucho, el tema del vacío en el lujo. En cada una de sus tres últimas películas (Maria Antonieta y Somewhere antes que esta) nos ha presentado personajes femeninos rodeados de lujo y esplendor, experimentando -o representando- de alguna manera el vacío. Los personajes de su última película no parecen estar tristes, de hecho, se lo pasan bastante bien, pero demuestran un vacío personal que es reflejo de una situación a mayor escala.

Es más un retrato social que personal. Es tan significativo que estas jóvenes asalten coches y casas con la tranquilidad de quien se va de tiendas; como que sus dueños se los dejen abiertos sin preocupación, o que tengan la llave debajo del felpudo para custodiar una casa repleta de objetos de valor. Es significativo que Paris Hilton tarde cuatro asaltos en notar que le han robado. El exceso, la incapacidad de entender el valor material de quien lo tiene todo. Los ladrones son un reflejo viciado de sus ídolos, que aprecian tan poco como ellos el valor económico del botín, solo quieren parte de ellos, de su estilo de vida.

Coppola nos presenta un culto a la imagen y la apariencia, que ya no es exclusivo de la clase alta o de las grandes estrellas. La fama superficial se está democratizando. En un tiempo en el que el talento no es un requisito para la fama y en el que todos somos famosos en potencia -para mostrarlo nos presenta fogonazos de páginas de Facebook donde, a menor escala, el funcionamiento de la fama es el mismo. Si a esto le unimos la obsesión americana por ser popular y la extrema competitividad que alimenta esa sociedad, el resultado son los personajes protagonistas. El chico no está acomplejado porque se considere feo, lo está porque no es uno de los más guapos. Ser el mejor, siempre ha sido seña de identidad de la sociedad americana, para bien y para mal; pero cuando ser el mejor se convierte en un listado de marcas y un contador de visitas, se pierde la perspectiva y todo termina pudriéndose. Cualquier consideración ética queda pisoteada por unos zapatos de marca. Tampoco puede faltar otro de los rasgos clásicos de la sociedad americana, la religión, que aquí se pone también al servicio de la superficialidad y el triunfo de la imagen, con esa especie de secta en la que participa la madre de algunas de las chicas.

Para representar todo esto, la directora hace lo que mejor sabe hacer: comprender este mundo -que en gran parte ella ha vivido- y filmarlo desde dentro, con sus reglas. Una excelente fotografía de Harris Savides, fallecido durante el rodaje, y quien va dedicada la película, luminosa, lujosa, pero fría y vacía. A veces iluminada por las luces de una discoteca, otras por la luz del flash de un móvil que saca una foto que irá directa a Facebook. Las imágenes del a red social se intercalan con la nitided de un programa de televisión, algunos cortes parece presagiar la pausa publicitaria. La luz del día inundando las casas con el sol eterno de Los Angeles. A esto hay que unir la excelente selección musical -punto fuerte de Coppola- con temazos de Kanye West, M.I.A. o Can, entre otros. Juvenil, moderna y tan cool como sus personajes. Rematando con un vestuario, que obviamente aquí es clave, tenemos una historia que se puede contar sola, con sus formas, aunque no tuviera un solo diálogo. Como ocurría en Spring Breakers -The Bling Ring es la hermana pija de aquella- la forma es puro contenido.



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