Primero Francia. Sumida en la oscuridad y la desesperanza. Decadente, peligrosa, mentirosa, nocturna. Donde los principios, la religión, están en desuso o en mal uso. Emboscadas y por supuesto bosques repletos de misterio. El frío de las sombras de luces de hogueras, el desorden y la suciedad.
Después Jerusalén, el destino. La luz y la verdad, los ideales y la esperanza. Grandes desiertos y llanuras, no faltos de sus oasis correspondientes. Hombres de honor y de palabra. El lugar que es mito y leyenda, donde los hombres de la podrida Europa plasman sus anhelos y esperanzas ingenuas en lugar de los hechos. Un lugar sagrado e imposible, como la tierra del Preste Juan. El paraíso. La tierra prometida.
Una tierra prometida que podría ser la de Moisés o la de los primeros colonos americanos, da igual, el concepto es el mismo. Un lugar donde empezar de nuevo, a nivel personal, olvidarse de los pecados cometidos, pues esto es otra vida; y a nivel social, intentar reorganizar una sociedad según ideales y no intereses, algo que jamás se podría lograr partiendo de la podrida sociedad inicial. Un formateo en toda regla. Un lugar donde no importa tú condición social o tu fortuna. Una oportunidad. Una utopía.
En contrapartida, la fatídica condición humana que una y otra vez termina contaminando, con mala o buena intención, su proyecto de sociedad. Véase el momento en que Balian se ve en la tesitura de aceptar la muerte de su enemigo para casarse con su mujer por el bien de la paz, etc. (resumido: ponerse el anillo). Pero él quiere un reino de conciencia, donde eso no cabe.
Todo esto, y la forma de sobrado talento con la que está mostrado de una manera muy visual es lo que me aporta la película. Porque creo que habla de eso, porque es una película de caballeros que no habla de amor verdadero o de grandes gestas, habla de utopías.
Atrás quedan las imperfecciones notables del desarrollo del guión. Como que Balian mate tan oportunamente (o forzadamente mejor dicho) para tener que huir y para tener de qué arrepentirse. Como que el mismo personaje pase de herrero a importante estratega y guerrero en clases intensivas. Escenas un tanto bochornosas como la del pozo. El personaje del obispo que es un desatino completo. Algunos momentos muertos.
Me quedo con frases muy interesantes (maldita memoria no diré ninguna), con ese par de grandes que son Liam Nessom y Jeremi Irons que no pueden tener más carisma. Con la inocencia de Bloom que inunda la pantalla en los primeros planos. Con una forma distinta de rodar batallas. Con el rostro imponente de Saladino y su más imponente prestancia. Con momentos como el de la muerte de su hermana. Momentos como el de Norton abofeteando con su mano leprosa, o hablando cara a máscara con Saladino. Dos grandes y Ridley nos lo hace notar, porque él es el terecer grande de esa escena. Con el realismo de cada detalle. Con la luz en la cruz. Con las cositas volando en el bosque. Con el viento de Huesca.
Pero sobre todo me quedo con todo lo que he comentado al principio y lo bien plasmado que está. Ese reino de conciencia que cada vez parece más intrínsecamente imposible.