Crítica de la película Somewhere por Iñaki Ortiz

La vida en un hotel de lujo


4/5
02/10/2011

Crítica de Somewhere
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Somewhere es una película certera, sencilla, minimalista. Se despoja de cualquier artefacto sobrante. No ahonda en un desarrollo, no hay apenas historia, de hecho, prácticamente toda la película se puede resumir ya en el primer plano: un coche de lujo, rápido, potente, estilizado, la encarnación del éxito; dando vueltas sin objetivo en mitad de un desierto. Sólo busca transmitir eso, y se dedica a ello con gran talento durante más de hora y media.

El gran éxito de Sofia Coppola aquí es conseguir transmitirnos una sensación de horrible vacío sin apenas utilizar elementos narrativos para ello. Lo que nos muestra son magníficas piscinas, hoteles lujosos, viajes a Milán, sexo a todas horas con bellas mujeres, fiestas, fans, juegos... Ni siquiera sus viejos amigos de la infancia le han dado de lado, ahí lo tiene a su lado. Tampoco hay un rechazo familiar o cualquier otro recurso que pudiera remarcar los aspectos negativos. Y sin embargo, la percepción del vacío es implacable. La frialdad con la que nos ofrece la directora este continuo carrusel de superficialidad. Los largos planos que te obligan a mirar mejor. Esa imagen tan gráfica del protagonista con la máscara, sin ojos, sin boca, sin rostro, absolutamente alienado. Esa postal idílica en las tumbonas de la piscina, que con el plano abriéndose lentamente va creando una distancia que torna la felicidad en tedio. La hija pidiendo leche y un rallador a recepción para cocinar.

Coppola es la persona indicada para adentrarse en los aspectos más íntimos de una vida de fama. Los ojos de esa niña probablemente eran en gran parte los suyos. Esto hace que la historia que nos cuenta no tenga excesos dramáticos, grandes rupturas familiares. Sólo el llanto puntual de una niña que no siente cerca a su padre. Sólo una respuesta de disculpa empañada por el ruido descomunal de su éxito.

Quizá se echa de menos aquí la bella estética hipnótica de sus dos primeras películas, a costa de una necesaria frialdad, distancia y una obligada sensación de disgusto. Una interesante novedad, es la gran capacidad de economía del encuadre que demuestra en todo momento (como ejemplo, el plano en el que al protagonista le llevan en coche y entra a una habitación donde le espera una mujer, rodado todo desde el mismo punto) La selección musical, como siempre, sigue siendo exquisita, con una par de canciones de Phoenix, la banda de su marido que abren y cierran la película siendo dos partes del mismo tema, que además encaja perfectamente al inicio por su sonido de motor. Un tema de Sebastien Tellier que como Phoenix, ya aparecía en la banda sonora de Lost in translation. Y la inclusión impecable de Julián Casablancas, entre otros grandes temas, algunos clásicos.

Por último, no me quiero olvidar del gran trabajo actoral, con un Stephen Dorff, que no sólo consigue transmitir con exactitud su vacío interior, sino que también se muestra muy creíble en su forma de comportarse con su entorno. Aunque debo decir que la verdadera estrella de la película es Elle Fanning con una naturalidad verdaderamente desbordante y que, por cierto, se marca un patinaje sobre hielo impecable, todo hay que decirlo.



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