Crítica de la película Ice Age 2: el deshielo por Romulo

No soy un experto en el actual cine de animación. Algunas de las cintas más aplaudidas se me han pasado por el camino (sigo sin ver Los increíbles) y soy de los que no se fija demasiado en el aspecto técnico para juzgar la película. Que si se le notaN hasta los poros de la piel, que si qué bien respira, que si la huella del zapato en el barro es de un 43. Pues muy bien. Pero yo sigo prefiriendo que me hagan reir o me emocionen... e imagino que los episodios del Coyote no eran un dechado de virtuosismo técnico, pero sí de mala uva y de imaginación visual. Y eso es lo que me engancha.

El primer Ice age no era ninguna obra maestra en ninguna de sus facetas salvo, quizás, en la elaboración de un personaje antológico: la ardillita fusi-fusi que podría destrozar el mundo por su alimento. El resto, aún así, muy bien: Humor más o menos constante, cierto interés y varios gags realmente a buena altura.

Ahora estamos ante una secuela. Fea palabra que en medicina tiene un significado de pesadilla y que en cine, curiosamente, a menudo coincide con su acepción hermana. Uno se inclina a pensar que el mismo material, simplemente repitiendo fórmula, no puede llevar a nada mejor; como mucho, al mismo resultado, por fuerza de necesidad -es lo que había y es lo que hay. Y claro, también puedo deducir que, además, los mejores gags ya se gastaron en la primera...

Pero, manteniendo cierto escepticismo, iré a verla con un ligera esperanza, disimulada pero bien presente. Y es que de los mismos responsables del primer Ice age (imagino que serían los mismos) ya he podido ver un par de cortos protagonizados por la ardillita de marras, larga vida a este gran personaje. Y eran brillantes, breves, explosivos, infinitamente graciosos.

Y sabiendo que la ardilla seguirá haciendo de las suyas en esta secuela (uy, uy, uy), insisto, apareceré en la sala disfrazado de escéptico pero con una pequeña dosis de esperanza, escondida, debajo de la chaqueta.


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