Corto Maltés es más que un personaje y también más que un ambiente, son ambas cosas juntas en una época que es difícil de describir en un lugar mil veces descrito. Lo importante no es tan sólo la calidad del dibujo, el detalle, la música o el talentoso caer de enlaces de escena, sino el incuestionable saber hacer de un capitán con miles de respuestas en cada momento preciso. El aventurero tranquilo que hace de la realidad un sueño, aunque los personajes anexos se muestren más como una caricatura a la altura del entretenimiento.
El comienzo, a lomos de un poema, ya da pistas del prosegir de los acontecimientos, y aunque pueda ser enrevesado, lo importante puede que no sea ese caer de peligros y conversaciones con jefes peligrosos, sino el espíritu indomable al servicio de una animación venida del cómic con entereza.
Disfrutar de la película es tratar de destacar en cada momento el sentir de un héroe que se mueve con sutileza y elegancia a cada instante, para conseguir verle la sonrisa en un final sin odio ni rencor, sino de paciente espera y búsqueda de una libertad respetuosa.