Vaya por delante que la película me ha gustado y que me lo he pasado genial viendo masturbaciones con sangre, penetraciones en primer plano a cámara ultralenta, fetos de ciervo a medio nacer y, por supuesto, esa amputación de clítoris que te hace cerrar las piernas aunque no tengas uno. Y es que el amigo Lars consigue que sintamos el ahogo de ese Edén perverso, la desesperación, el horror y la locura. Lo busca y lo consigue, eso es innegable.
Pero hay dos cosas que me chirrían muchísimo. En primer lugar es la sonrojante copia que hace del lenguaje oriental a la hora de contar la película. No es Tarkovski a quien se vé en la película, sino a directores como Kim Ki-Duk e incluso si me apuran, algo de terror japones (esto me cuesta argumentarlo, necesitaría un segundo visionado). Y lo segundo que me chirría es la artificialidad total de la película. Una película totalmente vaciada de contenido (llamar contenido al simbolismo barato de los tres animales sería un insulto), y centrada en un merengue de mecanismos cinematográficos totalmente astrangante, pomposo, recalcitrante y que tratan de distraer al espectador para que no descubra que está ante una milonga de historia barata.
La verdad es que hasta ahora lo directores juguetones (como el propio Von Trier, o Tarantino, etc.) me resultaban simpáticos. Pero empiezo a hartarme. Las propuestan están también para no aceptarlas, y yo desde luego ahora mismo estoy para cine con las menores pretensiones posibles o para directores que se esfuercen en hacer buen cine.
Lars Von Trier se parece cada vez más a su parodia de los chanantes.