Collin Farrell nos llega por partida doble a la cartelera. Ya estaba aquí desde el viernes pasado, con su Corrupción en Miami, y ahora nos llega con otro título, de un corte completamente diferente. Un Collin Farrell, comedido, más interesado en el matiz, más en la calidad que en la cantidad del producto. Es quizás un Collin Farrell que conocemos menos pero, después de todo, es el de títulos de su filmografía como Tigerland.
En cualquier caso, este pequeño drama nos llega con cierto pedigrí, especialmente en el libreto. Michael Cunningham es el autor de un guión que adapta una novela, para mas inri, también suya. Cunningham, para quien ande despistado, se llevó hace bien poco tiempo el Pulitzer por Las horas, aclamado trabajo que, a la sazón, también daría lugar a una película (con Julianne Moore o Nicole Kidman en su reparto).
Desde luego, esto no es una garantía de acierto, pero si abre la puerta a la esperanza. Y es que es en Cunningham donde debemos buscar esa esperanza atada a la experiencia y al currículum, porque el director, Michael Mayer, firma con este título su ópera prima.