No soy fan de la trilogía de los Anillos de Jackson igual que, en general, no soy fan de su cine, de su filmografía. Ni de su primera etapa más gamberra (aunque me pueda reír a gusto con Braindead) ni de su pieza bisagra, Criaturas celestiales (que me parece una película interesantísima pero irregular). Y quedé muy lejos de aplaudir con King Kong.
La trilogía del Anillo, veamos: Tres películas visualmente apabullantes (a veces para bien, otras no tanto) muy entretenidas casi siempre y evidenciando uno de los problemas de Jackson: Que necesita subrayar, magnificar y dilatar todo lo que rueda. A veces esto le convierte en un narrador poderoso, otras veces resulta exasperante. El fascinante material original de Tolkien, tan crecido en detalles y pausas, tampoco ayuda -salvo que quien cogiese el material para convertirlo en piezas cinematográficas fuese un as de la síntesis-.
Aun así, y sin entender del todo el aura de clásico y de películas fundamentales con que se quiso vestir a la trilogía de marras, sí me parece un trabajo interesante y con momentos para rescatar y disfrutar. Buen cine de palomitas, muy lucido.
Lo que ocurre es que, con el material original con que ahora cuenta para firmar El hobbit, encuentro que esa incapacidad de Jackson para eliminar la paja e ir al grano aquí va a resultar mucho más preocupante y peligrosa. Auguro largos momentos de cierto aburrimiento... amén de un producto menos agresivo, más hobbit y menos oscuro por así decirlo.
Aun así espero que el resultado global sirva para ofrecer más minutos de entretenimiento y alta tecnología que de aburrimiento, y la entrada esté bien pagada. Y por descontado, los muy fans lo pasarán pipa.