Esta película es un thriller absolutamente atípico. En el inicio de la misma, Rohmer nos advierte que la historia está basada en unos hechos reales que aún están sin aclarar, y que por ello cambiará los caracteres y nombres de los personajes. Pero a los diez minutos de película uno descubre las intenciones de Rohmer, que están más en consonancia con realizar un detallado retrato de la situación política de la época, que en explotar todas las características de suspense o thriller de espionaje que le otorga la propia historia. De ahí que elija el punto de vista de Arsinoé, nos meta en una puesta en escena y dirección ABSOLUTAMENTE teatral, y, a mi juicio, despilfarre una muy buena historia.
Todas las andanzas de Fiodor, el blanco, el supuesto agente doble o triple, se nos muestren en las narraciones que éste le hace a su esposa cuando ya no puede guardárselas más. Esta elección favorece el ya de por sí farragoso guión, en el que se dan por supuestos muchos conocimientos de historia de la política francesa, y de historia contemporánea.
Para concluir con el guión y su tratamiento, la forma en que está resuelto es muy precaria, por no decir casi ridícula. Tras la desaparición de Fiodor y las sumarias escenas del juicio a Arsinoé y su muerte en la cárcel, amén de esa voz en off que nos anuncia que no se volvió a ver a Fiodor, llega un epílogo que resulta torpe, cuasi de novela mala de misterio, la voz de Rohmer toma forma en ese epílogo para contarnos lo que él cree que sucedió con Fiodor, a modo de conclusión de un buen artículo doctrinal sobre historia. Pero ahí está el error, que Rohmer olvida su oficio de cineasta, ése que le lleva a avisarnos de la transformación de hechos, incluso de caracteres, para cerrar la película sin atrever a aventurarse en dar un final cinematográfico. Algo que no se entiende ni se explica. Ese epílogo, sin saber que Arsinoé ha muerto podría entenderse, pero no de la manera en que está inserto en la película. La sensación que parece transmitir la película es que Fiodor era un agente triple: trabajaba en el "ejército blanco", pero espiaba para los "rojos", y, además, actuaba con su mujer, ¿por qué si no la abandona de esa forma? Pero es que resulta que durante toda la película le está demostrando un gran amor. No acaba de quedar definida esa relación. Quizá para muchos ésa sea precisamente la virtud suprema de la película, pero para mí, no.
Cambiando de tercio, un aplauso a la elección de los protagonistas. No ya sólo porque Arsinoé es griega y la actriz también, y lo mismo sucede con el personaje de Fiodor. Serge Renko transmite muy bien el carácter hermético de Fiodor, y la exhuberante madurez de Katerina Didaskalu encandila y transmite todo el calor y la fragilidad del personaje de Arsinoé.
Igualmente la película tiene una muy buena resolución técnica, con una muy correcta fotografía de Diane Baratier ("Cuento de otoño" o "Cuento de verano"), y el diseño de vestuario de Pierre-Jean Larroque ("Cuento de invierno", "Lautrec" o "La inglesa y el duque").
Con todo, una mediocre producción francesa que supera con creces la mayor parte de las producciones españolas al uso.