Crítica de la película Las horas del verano por Beiger

Las personas. Los muebles.


5/5
23/09/2008

Crítica de Las horas del verano
por Beiger



Carátula de la película Olivier Assayas construye con Las horas del verano el más acertado retrato hiperrealista que se podría hacer de una sociedad pequeño burguesa francesa. Sin ánimo de ser exhaustiva, recorre la vida de tres generaciones haciendo hincapié en lo que le interesa en cada momento.

El discurso sobre el arte y la cultura, que siempre está presente en sus películas en mayor o menor medida,  se centra en éste caso en El Mueble. Planos fijos y giratorios sobre los muebles, que recuerdan a la delicadeza con la que Godard filma las esculturas en Desprecio. No en vano Assayas está considerado uno de los herederos de la Nouvelle Vague. Herencia que no sólo se nota en la forma de filmar muebles. También puede encontrarse en la obsesión por construir una historia lo más real posible a base de detalles. Detalles como el niño que se cae al principio de la película (que se cae de verdad) o detalles cotidianos como el anfitrión que recoge la mesa y se lleva el vaso de alguien que todavía está bebiendo. Cosas muy difíciles de ver en otro tipo de cine.

Además El Mueble, dentro de la película, no constituye un discurso vacío, cultureta y totalmente separado de la historia principal, sino que sirve para contrastar su supervivencia entre generaciones y su valor como representación de una cultura, con el nacimiento, evolución y muerte que representan las tres generaciones retratadas en la película. El mueble tiene un carácter imperecedero y representa siempre el mismo movimiento artístico. La gente no. Cierto es que, finalmente el mueble también muere, de alguna manera, al ser prisionero del museo y no servir para lo que fue creado.

Sorprende en Assayas el dominio que demuestra del uso de la cámara. Lo ha hecho antes, por ejemplo, en Irma Vep, pero demuestra ser un maestro en mover la cámara entre la gente mientras ésta dialoga. Otro punto más en favor de la espontaneidad. Da la impresión de que la acción se desarrolla en todo el escenario y es Assayas el que elige lo que muestra y lo que no.

Las horas del verano es mucho más de lo que parece. Cuenta algo complejo de una manera sencilla y no se olvida nunca de entretener al espectador. Es una película rica en lecturas, desapasionada, sutil, profunda... Todo un acierto.




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