Yo, también no empieza nada bien. Su cámara nerviosa, su imagen sucia y ese mensaje en off tan tan tan masticado... Cine de caracoles. Todo hace anunciar lo peor.
Lo que sigue tampoco anuncia grandes mejores, si bien poco a poco la película va anunciando una sanísima querencia por un humor blanco y descreído, natural, que agrada. Y gustga ver que el protagonista, Pablo Pineda, sabe hacerse cargo de gran parte de esas dosis de humor. Claro que también el tema y el estilo se presta a que el humor funcione...
La pena es que al final, lo que encontramos en Yo, también, acaba siendo lo de siempre. Desde el enfoque social, y desde el simple enfoque de la historia de amor. No hay nada más allá de las convenciones. Tampoco estilísticamente el film encuentra un carácter lo suficientemente propio, o lo suficientemente poco visto. Como el título indica, sabe evitar el suspenso a base de momentos entrañables y, sobre todo, cómicos.
Los actores bien, gracias. Era de esperar que Lola Dueñas estuviese mucho más que correcto en su personaje -a pesar de la desacertadísima escena (no por ella, claro; ay, guionistas...) en que se encara con su padre en coma... menos mal que es cosa de segundos, por instantes me temí lo peor.
Sobre Pablo Pineda... Todos sabemos que el Jurado, cuanto menos, se parará a pensarse muy seriamente darle el premio... Veremos en qué queda.