Crítica de la película Mataharis por Iñaki Ortiz

La película comienza con un intento de elección formal más o menos arriesgada, pero se queda en una especie de chapucilla que, afortunadamente, no se vuelve a repetir hasta el final. La dirección de Iciar Bollaín es sosa, pobre, aburrida… como si tuviera que dirigir para que haya una película. Completamente funcional.

Bien, está claro que esta no va a ser esta una película de atmósfera, ni va a transmitirnos nada a través de los sentidos más inmediatos. No lo pretende así que no vamos a buscarlo. Quedémonos entonces con lo demás.

Para empezar, la mayoría de los actores están muy bien. Ellas de maravilla, las tres, con especial hincapié en Najwa Nimri, por la que tengo debilidad. Tristán Ulloa está completamente creíble, natural y, sobre todo, tierno. No voy a nombrarlos uno a uno, pero todos, en general, están muy bien.

Pasemos entonces a lo que de verdad interesa aquí, el guión. La verdad es que de primeras me encontraba receloso: tópicos feministas, lucha sindical, parejas rotas… y a pesar de todo, bien. Es cine español de género, con todas sus virtudes y sus defectos. La mujer con el niño en el trabajo, los trabajadores unidos contra la empresa opresora (esto también podría ser cine británico, pero tendrían que ser mineros), el hombre que se folla a la mujer y se queda dormido… torpe, manido, sí. Y por supuesto, el argumento detectivesco es puramente circunstancial, eso sí, muy trabajado y creíble, detectives de verdad.

Pero como con un quiebro que es de agradecer, la directora nos muestra más caras de las historias, nos enseña unos personajes más ricos, mucho menos maniqueos de lo que pudiera parecer al principio, salva las situaciones aportando matices y ofreciendo un realismo natural que te permite entrar de lleno en el film e identificarte con quien corresponda. Te permite emocionarte.

Además el ritmo es adecuado y casi todas las historias entretienen. El tema de los trabajadores, afortunadamente se corta tajante sin un reencuentro entre chico y chica, eso es un gran acierto. La historia del matrimonio que no se habla, aunque tiene grandes momentos como el de la planta, termina sobrando bastante.

Una película bonita, entretenida y a ratos emocionante. Para mí es más que suficiente.