Crítica de la película Viaje a Darjeeling por Iñaki Ortiz

Si alguien no conoce aún a Wes Anderson, ya va siendo hora, esta puede ser una muy buena ocasión para acercarse a su cine. Es cierto que parece que para los fans más acérrimos del director, esta película no ha sido tan redonda como las dos anteriores, pero es que hay que comprender que, en su género, Anderson tocó techo con Los Tenenbaums y Life aquatic. Simplemente impecables.

Ahora nos lleva a la India y para ello vuelve a contar con un reparto bien surtido. Tenemos a su habitual compañero  Owen Wilson (Tú y yo y ahora Dupree), y también  a Jason Schwartzman, con quien ya había trabajado en Academia Rushmore. Este chico es todo un icono indie al que hemos visto también en el último derroche de Sofia Coppola, Maria Antonieta. Angelica Huston y Bill Murray no fallaran a su director aunque sus aportaciones se reduciran a pequeños papeles.

Pero también hay dos nuevos fichajes, el actor Adrien Brody, de quien con suerte algún día podremos ver su caracterización como Manolete, se une a este extraño grupo. Aunque mayor reclamo será, especialmente para algunos, la participación de Natalie Portman, a la que ahora vemos en ese subproducto navideño llamado Mr. Magorium y su tienda mágica.

Para abrir boca Wes Anderson ha dirigido un cortometraje a modo de prólogo llamado Hotel Chevalier, con la Portman luciendo algo más que talento. A mí desde luego no me hace falta abrir boca. Estoy deseando ver de nuevo esos encuadres coloridos que tantos intentan copiar, esos giros de cámara que parecen la mirada cínica de un frívolo inteligente. Quiero volcarme en esas situaciones y esos personajes tan artificiales que terminan por llegarnos más hondo que otros mucho más reales y, sobre todo, en ese humor imperceptible de carcajada seria.

Pasó por Venecia y otros festivales y, como ya es habitual, se marchó sin premio y con reacciones encontradas. Para mí es una cita ineludible para una obra posiblemente menor de este refrescante director.