Se apagan las luces. Comienza la película. Termina la película. Se encienden las luces. La gente se va.
Esta es la sensación que me deja la película, es decir: ninguna. Ya empieza floja con esa intro espacial de los créditos de lo más monótona y vacía. Después toda la introducción cuesta, no termina de entrar. Parece que se anima un poco en la escena de Lex y la maqueta, algo original, pero pronto volvemos a la oscuridad.
Ninguno de los dos protagonistas tiene carisma, especialmente ella. Casi prefiero que esté casada con su marido aburrido y que deje en paz al protagonista. En cuanto a él, aparte de ser una imitación de Reeve, resulta soso. Pero no se le puede echar la culpa al actor, porque todo en esta película suena a soso o a imitación. El mismo Spacey, que es un gran actor, nos regala un Lex Luthor sin energía, sin ningún rasgo especial.
Nada me queda de la película. El único momento reseñable es el del hijo de superman lanzando un piano (y el mismo hecho de que superman tenga un hijo, aunque tampoco ha sido explotado).
Una dirección correcta pero sin el atrevimiento que requiere una película sobre un alienígena con capa y calzoncillos por fuera del pantalón. Aquí uno echa de menos un Ang Lee en “Hulk”.
Como guionista, Singer se ha dado el gran batacazo. Su guión es tan monótono, mecánico y completamente carente de talento y emoción que ni siquiera valoro el hecho de que no haya nada sonrojante. No me importa nada de lo que ocurre, ni a nivel amoroso ni a nivel acción. En cuanto al amor, ni hay química ni hay pasión. En cuanto a la acción se trata de un continuo esperar a que llegue superman a salvar a quien sea. Es más invencible que nunca. Recibe la paliza de turno, criptonita de por medio, pero nada más.
Sería una película a olvidar si no estuviera ya más que olvidada.