Crítica de la película 30 días de oscuridad por Iñaki Ortiz

Es el cine que toca hacer, si se quiere seguir la moda. Hoy, hasta un orgía de violencia vampírica ha de ser rodada con seriedad, con comedimiento. En fin, así ha de ser si la primera década del siglo XXI debe ser recordada con un rasgo identificable. Camina un poco en la dirección de Soy leyenda, salvando las distancias de objetivos de producción. Ahora, agazapados con armas ya no es acción, es casi drama. Los personajes sufren de verdad, lo pasan fatal. Atrás quedaron los héroes que se pasean ametralladora en mano con una sonrisa como reposo de un buen puro. Esto no es Carpenter.

Y en esta nueva línea, encaja a la perfección Josh Hartnett, con un peso dramático que se desprende de esa mirada que siempre conlleva melancolía. Aquí es donde más discrepo con la postcrítica de mi compañero Olmo. Creo que el actor está estupendo interpretando a ese responsable hermano mayor que tiene que ser un héroe sin tener demasiada madera para ello - y sin dejar de tenerla. Es uno de esos personajes que no peca de ningún exceso, y aquí está el fuerte de Hartnett, la interpretación contenida, que encaja también en este tipo de historias.

No podía haber otro antagonista que el interpretado con aceptable corrección por Danny Houston. Un villano que no tiene demasiada cara de malo, ni de temible, ni de forzudo. Su aspecto se acerca más al de un predicador que lleva a su manada de salvajes, estos sí, con peor pinta.

Es, por tanto, una película más sin excesos, con apenas alguna osadía como la del protagonista inyectándose sangre y con un final necesario al que aplaudo. Una estupenda tensión contenida con personajes vulnerables, con muchas víctimas y pocos héroes. Un inicio muy serio y bien trabajado, en ningún momento se toma al espectador por tonto. Echo de menos, dentro de este estilo realista, entrar un poco más en profundidad dentro de las inclemencias de la reclusión en el desván.

Aunque seguramente lo que más echo de menos es algo más de expresividad visual. Aunque la fotografía en tonos poco saturados y la dirección sobria son perfectamente correctas, esperaba algo más de atrevimiento en el uso de los colores y las luces, a imagen y semejanza del cómic. En este sentido, David Slade hace un mejor trabajo que en su anterior película Hard Candy, pero sigue sin llegar a lo que podía esperarse de este proyecto. Sólo la comparación con el estupendo juego de oscuridad de la ya nombrada Soy leyenda, esta película desmerece. Tampoco están muy logrados los sustos y las situaciones que se adscriben demasiado al género.

En todo caso, una muy seria y bien trabajada pieza de serie B que ha conseguido que pasa un buen rato siendo comedida para bien y para mal.