No sé si este dodumental peliculero va a ser recordado por los tiempos de los tiempos, desde luego intenciones tiene, y elementos también, música, ídolo como una cabra y libertad para el libertinaje, que siempre gusta cuando te acercas a ver una historia basada en un hecho real.
El Dj que da nombre a la película, al parecer mundialmente famoso, yo no diría tanto, fue una pieza terrible en el mundo de los pinchadiscos y esto ha ayudado a un oportunista para atreverse a enseñarlo con alegría y alborozo de todos. Los amantes de este mundo lo van a disfrutar, los que no lo sean pues lo verán y listos, y los puristas se habrán equivocado de sala porque en realidad querían ver otro documental más histórico.
El casi primerizo director desde luego es un animado, y se atreve con todo, pero todavía no nos ha demostrado nada, al fin y al cabo con colocar un poco ordenado el listado de fotogramas con la música y colocar sin chirriar las imágenes de vídeo casero, más o menos vas tirando para adelante.
El caso es que es una producción para muy pocos, que se vende para muchos, pero que sólo gustará a los melómanos, sinceramente, seguro que hay algo mejor que ver.