No será un documental cualquiera. Primero por su forma. Del todo acostumbrados a la idea de que lo documental es aburrido y pesado esta vez nos toca una que se salga de la norma, que nos toque casi casi con las manos y nos susurre. Más o menos un toque de atención. Ni aburrido ni pesado, todo lo contrario. Dinámico, directo, sin tabúes, transparente y ejemplar. Comiéndose con la cámara todo lo que se encuentra a su paso. En segundo lugar considero a Ríos y Mareas un documental fuera de lo común por su contenido. Un contenido al más puro estilo de sala de exposiciones. Todo esto en movimiento.
Hay premios que le avalan a esta perla. Ha sido premiado en el Festival de San Francisco y de Montreal en la categoría de Mejor Documental. Es resultado de la coproducción alemana, británica y finlandesa que toma al artista escocés Andy Goldsworthy como el intermediario entre el medio y la cámara para llevar así a la gran pantalla este producto tan espectacular y cultural sobre las demás en cartelera.
Por último destacar la figura de Thomas Riedelsheimer que se encarga de guión, dirección y fotografía. La música va de la mano de Fred Frith. Y de estos dos depende poder sacar todo el jugo a todo, de poder hacer un trabajo artístico, en este caso el cine, a partir del arte más convencional, la escultura, la pintura,etc..Quizás el lado negativo del documental es lo que suelo comentar casi siempre para este género. El minoritario público que tienen estos trabajos. Un público que desconfía, que confía en la dinámica del guión como punto de partida. Su lado positivo esta vez es su duración. Noventa minutos que nunca se hacen largos, en ocasiones cortos. Experiencia estética, una llamada a lo primitivo, pura esencia humana. No hay palabras nuevas para describir la sensación que me hacen sentir estas cintas. Una película que si habría que definirla con una frase sería " Ríos y mareas, el punto de partida de todo lo que conocemos".