Ante todo debo decir que coincido plenamente con la opinión de Beiger sobre la película. Casi me dan ganas de no decir nada más. Es muy divertida, uno sale del cine con una sensación muy agradable, como quien sale satisfecho del restaurante. Sin embargo su historia está vista y muy vista, especialmente en el circuito independiente. Road movie, personaje gay, el viejo verde, el adolescente amargado...
Todo el transcurso del argumento es de libro, si acaso la muerte del abuelo despunta un poco. La banda sonora sigue la moda independiente a rajatabla, aunque quizá la canción de los créditos finales se queda un poco por debajo del nivel. Las actuaciones son de correctas a buenas, con especial mención a la pequeña protagonista.
En lo que sí es original la película es en sus pequeñas situaciones, en sus gags, al menos en alguno de ellos. La idea de la furgoneta que debe arrancar en tercera produce situaciones muy divertidas. Aunque también cuenta con muchos chistes que ya conocemos.
En todo caso, la película triunfa a la hora de manejar los mecanismos conocidos. Saben perfectamente que un final con baile de todo el grupo a modo de reivindicación es una baza segura para un final apoteósico de aplauso. Sobre todo si para llegar allí ha habido una carrera frenética, rompiendo vayas y puertas. Más si como enemiga tienes a la siempre odiosa Beth Grant (como personaje, que no como actriz). Muy bien manejado todo eso.
Un mensaje claro y sencillo con formas que a uno le revuelven el estómago como las niñas maquilladas. Eso sí que es terror.
Pienso que este tipo de películas son a esta época lo que las comedias sofisticadas lo eran a los 30. Seguramente dentro de décadas habrá seguidores de “aquellas películas de principio de siglo”. Quien sabe.