Lo de Robert Zemeckis no tiene nombre. Su carrera acabó en el año 2000 con esa interesantísima Náufrago. Desde entonces, se dedica a
hacer infantiles películas de animación, cortadas por el mismo patrón. Captar
movimientos reales para generar el correspondiente resultado virtual, una
práctica que no termina de llegar a ningún lado y que sigue manteniendo ese
gesto muerto, desprovisto de vida, cadáveres en movimiento.
Lo peor es que ni siquiera elige temáticas jugosas. Ahora
nos viene a contar otro cuento navideño, como ya hiciera en Polar Express. Para colmo, en esta
ocasión es la enésima adaptación de la novela de Dickens, Un cuento de navidad. ¿De verdad es necesario? Después de Los fantasmas atacan al jefe, ya estaba
todo dicho. Un interés puede ser la interpretación de Jim Carrey que dobla todas las versiones de Scrooge desde niño
hasta viejo, e incluso a los tres fantasmas. Es el Eddie Murphy del doblaje.
Pero claro, esto en la versión doblada no tiene interés y dudo que esta
película se la rifen los cines de versión original.
Un producto para críos, que ni conocen el cuento ni serán
críticos con la animación, que podría realizar cualquier director de quita y
pon de Hollywood pero que ocupa el tiempo del director de Regreso al futuro y Forrest
Gump. Me parte el corazón. Debería aparecérsele el fantasma del cine
futuro, a ver si espabila.