Me cuesta empezar ésta postcrítica. Con REC acabo de ver lo mejor que se ha hecho en terror en mucho tiempo (y no me estoy refiriendo sólo al cine español ni mucho menos) y una de las mejores películas españolas de los últimos años (y no me refiero, tampoco, al terror concretamente).
REC tiene ritmo. No para en ningún momento. Desde que la película arranca con la periodista haciendo sus primeras tomas engancha y no te suelta hasta que acaba su metraje. El manejo del ritmo es sencillo: de menos a más y sin parar hasta el final. De esa manera no chirría ver cómo la historia va de mal en peor hasta que todos acaban muertos. Se ha visto mil veces. Pero en REC nadie para a explicarte cosas innecesarias. Quizá esto sea verdad hasta el final, donde quizá resulta excesiva la explicación religiosa del virus. Hubiera bastado con que la cámara pasara por delante de las mesas de laboratorio. Sobra completamente la bitácora grabada en cinta.
Pero lo más reseñable de REC no es su ritmo, ni su concepción a la vez barata y eficaz, ni su impecable dirección, ni las excelentes interpretaciones jugándosela el todo por el todo: lo más reseñable de REC es que es terror que acojona. Y eso sí que es nuevo.
Por si fuera poco, REC tiene todo lo que llevo mucho tiempo demandando del cine de terror. Se trata de una pequeña anécdota, y no de una historia apocalíptica de salvar el mundo como Resident Evil 3. Por otro lado es seria, no como Los cronocrímenes que, aunque me encanta, tira por la comedia porque es más fácil. Y, en tercer lugar, es de un realismo que funciona, no como el Diario de los muertos con esa cutrísima cámara al hombro.
REC, incluso con sus imperfecciones aquí y allá (a veces resulta injustificable que el cámara siga grabando), es un cinco como una catedral.