Crítica de la película Metro Manila por Iñaki Ortiz

Lo peor de Sundance


2/5
26/11/2013

Crítica de Metro Manila
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Ha ocurrido varias veces ya con algunas películas premiadas en Sundance, especialmente cuando, como esta, son un premio del público. El concepto de cine independiente siempre ha sido difuso, y cada vez lo es más, cuando se convierte en producto vendible y por tanto, pierde toda su esencia inicial. No podemos negar que esta sea una película independiente, en el sentido más básico del término, pues el mismo autor, Sean Ellis, la produce. También su protagonista, el filipino Jake Macapagal. Sí, es una coproducción británico-filipina, con un presupuesto claramente ajustado. Pero si pensamos en el cine independiente como una filosofía, esa que busca una alternativa a los productos enlatados de los grandes estudios, lo que tenemos aquí es el clásico fraude de Sundance.


Detrás de sus imágenes de extraradios, su temática social, su ambientación en un país tan reconocible dentro del cine de autor como es Filipinas; tenemos el desarrollo más convencional que puede salir de la máquina de hacer guiones de algún malvado productor de Hollywood. Un cruce entre drama dickensiano facilón y heist film (películas de robos) de pirueta. El primero, es la clave para que hasta a los de la última fila de los pases de Sundance les quede claro que se trata de denuncia social. El personaje las debe pasar putas, y luego, un poco más putas. Él y toda su familia. No limit. Hasta donde se quiera subir la apuesta. El aplauso y la nota será mayor cuantas más cabronadas le diseñe el guionista a sus personajes, que en contrapartida serán unos santos. Cualquier subrayado y reiteración será bienvenido. Después, el heist film ofrecerá las concesiones que el terriblemente sediento espectador necesita llegado a ese punto, con un final disfrazado de giro brillante. Por supuesto, este complemento echa por tierra cualquier fingido hiperrealismo que ha querido mantener hasta entonces.

¿Por qué no? Danny Boyle se llevó así 8 oscars -de los gordos- con Slumdog Millionaire, una de sus películas menos interesantes.

Claro que Ellis no tiene el ritmo de Boyle ni de lejos, la película, predecible y manida, se hace bastante larga. La luz de Manila está conseguida, y el estilo de baja cailidad de la imagen bien utilizado. Pero no nos engañemos, por mucho que nos muestren la pobreza filipina y se busque la sordidez, esto no es Brillante Mendoza. Esto es un drama complaciente con el tono trágico de un serial infantil y la trama del cine negro más pobremente comercial.

Pasando por alto todo lo anterior, se puede disfrutar de un par de momentos buenos y seguir con cierta atención el hilo argumental hasta el final.



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